90 El miedo-La pata de mono

Cuentos de miedo hay a montnes. Y como seguramente ya sabrán, la mayoría de ellos no están en los libros. Hoy, sin embargo, le vamos a dedicar unos momentos de gloria radiofónica, en esta noche de Reyes, a un cuento que, por suerte o por desgracia ya es famoso. Se llama La pata de mono. El inglés W. W. Jacobs lo escribió a principios del siglo XX, y hoy, cien años después, es más moderno que Bob Esponja.

La historia es bien sencilla: los White, una familia inglesa de lo más normal, recibe la visita de un amigo militar que guarda en su bolsillo un amuleto que se trajo de la India: se trata de una pata de mono vieja y disecada que te cumple los tres deseos que le pidas.

No conocemos mucho de la pata, sí sabemos que el tercer deseo de su primer dueño fue pedir la muerte. Con este antecedente, el militar no pierde ni un minuto en deshacerse del amuleto. Y la familia, entre la risa y el escepticismo, pide su primer deseo: 200 libras para zafar de la hipoteca. Así podrás ser completamente feliz, le dice el hijo al padre.

Al día siguiente, reciben la visita de un empleado de la empresa donde trabaja el hijo de los White. Sí. Había habido un accidente, y el pequeño Herbert quedó destrozado por las máquinas. A modo de compensación, la empresa les entrega… 200 libras.

Pasan los días y la mujer, hundida por el dolor, tiene una idea brillante y horrible: pedir a la pata de mono que el hijo vuelva a la vida. Si todavía le quedan 2 deseos. "Cómo no se te había ocurrido a ti", le dice a su marido. Y así lo hacen: "Deseo que mi hijo viva de nuevo" dice el hombre agitando el amuleto.

Al poco rato, escuchan golpes en la puerta. La mujer grita: "Ese es mi hijo, ese es mi hijo, me había olvidado de que el cementerio está a dos millas…" Pero antes de que la mujer consiga abrir la puerta, el hombre agarra la pata de mono y pide el tercer y último deseo. Cuando la puerta se abre, un viento helado trepa por la escalera. El camino está desierto y tranquilo… La pata de mono había cumplido todos los deseos de los White…

Alejandro Feijóo
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