miércoles, 13 de enero de 2010

79 El ladrón - Yo tuve un amigo ladrón

Yo tuve un amigo que era ladrón. Me acuerdo que lo primero que robó fue un paquete de pastillas de naranja. Y digo me acuerdo porque yo estaba con él ese día y me acuerdo de cómo el kiosquero lo pescó y de cómo salió a la calle gritándonos ladrones. Para mí aquello fue un trauma y significó el comienzo y el fin de mi carrera delictiva. Pero mi amigo, amante de los retos, perseveró. Y con el tiempo fue puliendo su técnica hasta alcanzar cotas asombrosas.

Aún siendo niños, mi amigo se especializó en los útiles de los demás compañeros, y después en robar los las chapas a los coches. Después siguió con los casetes, con los casetes de las disquerías y con los casetes de las casas de sus amigos. Más adelante, empezó con los libros y los discos. Tuvo una época en que se especializaba en robar revistas. Y te traía la que le pidieras, sin obtener nada a cambio. En esa época suponía que era por el solo hecho de la emoción.

Y después, la comida del supermercado: jamón, bandejas de carne, alguna colonia. Enseguida mi amigo tuvo una novia, y se fueron juntos a Brasil. En una joyería de Río, le robó un collar que a ella le gustaba mucho.

Un poco más tarde mi amigo ya empezó a trabajar, y entonces abandonó un poco esa dispersión de objetivos y se concentró en la plata. En la plata de la caja de su trabajo. Ahora, un montón de años después, mi amigo no tiene nada que ver con el mundo del delito. Es escritor y tiene dos hijos preciosos, de lo más bonitos y honestos. De vez en cuando me lo cruzo en el Facebook, y entre las boludeces que nos escribimos, me pregunto si alguna vez le hizo daño a alguien.


Alejandro Feijóo

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