martes, 5 de enero de 2010

00 Los huevos-El huevo número 13

Casos como el mío hay a montones: está la cuarta dimensión, el quinto beatle, el sexto sentido, la octava maravilla, la novena puerta. Y el jugador número doce… Son las cosas de más, las que sobran de la lista, las distintas. Como yo. El huevo número 13 de la docena.

Al principio la decisión te deja helado, es la primera reacción, mientras los demás te apartan la mirada, sí, sí, aquellos que hace un momento eran de tu equipo, esos, los de tu docena, te dan la espalda.

Después empiezas a negarlo, ese es el segundo paso. "No puede ser, no puede ser, esto le está pasando a otro huevo". Y con la negación, viene la culpa. Y en un huevo la culpa es insoportable: se los puedo asegurar. Somos seres frágiles.

Después negocias, con ese dios de los huevos que no siempre responde. Y al final… al final siempre está la realidad. Y te buscas la vida, rodando, dando vueltas por las calles, mirando con nostalgia a otras docenas, a punto de caerse de las bolsas.

Pero el camino va siendo solo, que dijo el poeta, y el del huevo no es una excepción.

Poco a poco empezaron a salirme chapucillas por ahí. Trabajé al principio de modelo: naturalezas muertas, exposiciones colectivas, esas cosas. Enseguida una de las alumnas más aplicadas me adoptó, creyéndome de cerámica. Su hija no tardó en pintarme con acuarelas para un trabajo de la escuela. Por suerte, pude escapar antes de caer en manos de los maestros…

Últimamente me muevo con un payaso: cumpleaños, comuniones. Lo típico. También hacemos colegios. En las carreras de huevo con cuchara doy todo lo que tengo y los niños se divierten cuidándome. Por suerte, las lesiones me van respetando y cumplo con entusiasmo mi misión.

Pero luego llegan las noches, después del trajín, de los gritos de los niños, y echo de menos mi vida como miembro de una docena, el anonimato del equipo, el ser uno más…

En el fondo, lo que me pasa es que no me acostumbro al estrés de ser el otro huevo. Me gustaría volver a casa, y encontrarme con los pocos amigos que queden enteros. Y después… después quién sabe. Me gustaría tener hijos…

Alejandro Feijóo
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