miércoles, 13 de enero de 2010

06 El perro - Black dog

Estoy seguro de que a muchos de ustedes les han hecho alguna vez esos tests psicológicos versión casera; más propios de un cumpleaños aburrido que de una sesión de diván. Ya saben. Esos en los que te pide: decí un animal, decí una herramienta, decí un color. Y uno siempre termina diciendo: vaca, martillo, perro.

En realidad, más que test son casi un truco de adivinación en modo usuario. Así que yo me voy a aprovechar que es de noche, que seguro que hace mucho calor y que yo estoy muy lejos para abusar de la ingenuidad de los oyentes. Sobre todo de los más rockeros del dial, fieles como pocos. Venga, hagan ustedes la prueba. Piensen en un perro, piensen en un perro, piensen en un perro, piensen en un perro… ¡Y ahora! ¡Rápido! Díganme el título de un rock and roll sobre perros…

¡Efectivamente!

¿Han ustedes adivinado!… ¿Vieron que no era tan difícil?

Los más viejos del lugar, y no pocos jóvenes, podrían reconocer estas notas a kilómetros de distancia, sumergidos en el fondo del mar o tirándose en paracaídas… Canción mítica donde las haya, Black Dog, Perro negro para los muchachos, apareció publicado el 8 de noviembre de 1971, en un disco en cuya tapa no había nombres ni letras… Solo el dibujo de un viejo encorvado que hacía las veces de representación futura de Jimmy Page.

Así fue como Led Zeppelin decidió dar respuesta a la fama. En 1971, la banda llevaba tres años cortitos de existencia, los suficientes para haber dado vuelta como una media este circo del rock and roll. En medio del ataque de popularidad, y tras haber sacado tres discos que no pueden faltar en la cartera de la dama ni en el bolsillo del caballero, Led Zeppelin decidió apostar por el oscurantismo. Bendito Lucifer.

El disco abre precisamente con Perro Negro. Cuenta la leyenda que el tema está dedicado a un perro de color que merodeaba por los alrededores de la granja donde los cuatro melenudos se habían enclaustrado para darle un marco bucólico a uno de los procesos creativos más intensos de la historia del rock.

La letra no nos cuenta nada de perros negros. Habla de chicas, de moverse y sacudir; it’s only rock and roll.

Si hay que ser justos con la historia, debemos decir que el propio Robert Plant reconoció que para componer los arreglos vocales se había inspirado en una canción de Fleetwood Mac, Oh Well… Juzguen ustedes.

Eso en mi barrio se dice afano… En fin. La aparición de Led Zeppelin IV dio alas a los resentidos de siempre. Eran muchos los que por esa época acusaban a Jimmy Page de que lo único que sabía tocar eran riffs. Y parece que Page, en una entrevista, les contestó: “OK, lo único que hago son riffs, pero hagan ustedes un riff como el de perro negro”.

Después pasó el tiempo, Bonham se murió ahogado en su propio vómito, y el perro negro, valga la redundancia, se puso de luto. Las décadas transcurrieron entre rumores permanentes de reencuentro, pero salvo algún que otro bolo suelto, todos más bien mejorables, Zeppelin no se actualizó, a pesar de que su música pasó del Winco a los cassetes, y de los cassetes al discman, y del discman al disco duro sin perder un gramo de energía.

Por desgracia, Jimmy Page empezó a parecerse a Vicente La Rusa. Y todo indica que es un proceso irreversible. Me cuentan que el guitarrista trató de sacarse de desprenderse de esa sombra tocando en la clausura de los últimos juegos olímpicos. Me cuentan que se subió a un colectivo sin techo y que tocó una versión de Un montón de amor con una cantante que no era Robert Plant. Pero yo no lo vi.

Lo que sí me pregunté en muchas ocasiones es cuántas veces escuché yo esa canción. Haciendo un cálculo por lo bajo digo MIL, pero bien pueden quinientas o cinco mil, si contamos por separado las veces que la ponía una y otra vez repetida.

Bueno, para mí también pasó el tiempo… Ahora tengo un hijo que tiene Black Dog en su mp3. Y cada vez que lo escucha, entre cabeceo y cabeceo, me mira y me dice: Perrito, papá.

Con toda la ternura del mundo, y con esa inconsciencia que da la infancia, mi hijo le dice Perrito a Perro Negro. Sí mi amor, le digo yo, Perrito. Y él me dice: Has visto qué fuerte tocan… Sí, mi amor, Perrito.

Y ahora rápido, díganme un animal, un color, una banda de rock and roll… La primera que se les venga a la cabeza.


Alejandro Feijóo

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