domingo, 31 de enero de 2010

55 La música - John Cage y el silencio

Hacé la prueba. Olvidate primero de la radio, olvidate de la tele del vecino, olvidate del tictac del reloj y de la canilla que gotea. Olvidate también de cada coche que pasa por la calle, de las sirenas, del teléfono sonando, olvidate de tus propios pasos y cerrá los ojos. ¿Escuchás?

Cualquiera más o menos normal diría que esto es el silencio. Sí, el silencio, eso que pasa cuando no hay ningún ruido. Bueno, ningún ruido es una forma de hablar. ¿No te diste cuenta? Ahora voy con la ganancia al mango para que lo escuches bien.

Esta es la nada que escuchamos cuando no escuchamos nada. Es decir, este montón de ruido es, de verdad, en su esencia, el silencio. Al que a menudo le ponemos música para que no nos vuelva locos.

Hubo un tipo que de esto sabía un rato largo. Podría decirse que fue un músico, y no nos estaríamos equivocando, pero probablemente estuvo más cerca de la filosofía y el pensamiento teórico que de la música, al menos de la música tal cual la entendemos ahora, como una sucesión de repeticiones y variaciones.

Este hombre se llamaba John Cage, algo así como Juan Jaula, un apellido cuando menos paradójico para un artista que buscó, en la libertad de sus composiciones, “esa capacidad para abordar el instante donde se esconde la belleza”.

Cage mismo decía: “La música que prefiero, incluso más que la mía, es la que escuchamos cuando estamos en silencio”. Para que todos sintiéramos lo mismo que él, John Cage compuso la que hoy es una de sus obras más famosas. Se llama 4.33, haciendo referencia al tiempo de duración de la pieza. Para que todos nos entendamos, son 4 minutos y 33 segundos de silencio. De nada. O sea, de todo, de todo el ruido que pasa cuando lo que esperamos que pase deja de pasar.

Para que el no conozca 4.33 lo invito a buscar en Youtube. Hay vídeos muy divertidos de la “ejecución” entre comillas de la pieza. Hay 4.33 para piano, para pequeña orquesta, 4.33 para gran orquesta. Hay 4.33 tocado con ukelele, es decir, no tocado con ukelele.

Esta pasión por el silencio ruidoso (o por el ruido silencioso…?) Bueno, su pasión lleva a Cage a desarrollar técnicas azarísticas para componer su música. Aquí los métodos de azar son los que determinan el orden de las notas y el de los silencio. En manos de John Cage, el azar al servicio de la música se convierte en un aliado del tiempo, y en enemigo del orden y de las convenciones. Las producciones de John Cage describen su viaje entre la música, tal cual la entendemos corrientemente, y esta otra cosa azarística y atonal que son sus objetos musicales.

Para terminar, una anécdota contada por el propio artista. En una ocasión, Cage se encerró en una cámara anecoica, digamos que sería el lugar más parecido al silencio absoluto. Cuando salió, obviamente lo primero que le preguntaron fue qué había oído. Todo el mundo esperaba que por fin, el hombre del ruido en el silencio reconociera que había escuchado nada. Pero Cage no les dio gusto. Dijo: Escuché un sonido agudo y un sonido grave. El técnico encargado de la cámara de silencio le pidió que los describiera. Era más o menos así…

Un sonido agudo y un sonido grave. El grave era el la circulación de su propia sangre. Y el agudo, el funcionamiento de su sistema nervioso.

Así que ya saben. No se tapen los oídos porque muy lejos no van a poder ir… Porque como dijo el propio Cage, “el único problema con los sonidos es la música”.

Alejandro Feijóo

1 comentario:

Datos personales

Seguidores