viernes, 22 de enero de 2010

19 El pescado - Su-Shí

Oriente, ese gran desconocido, nos regala otra de sus leyendas. Esta que nos ocupa hoy cuenta la historia de Su-Shí. En sus años mozos, Su-Shí era una lubina normal, una más del cardumen, que vivía marea arriba, marea abajo, sin mayor preocupación que seguir siendo un pez. Pero una tórrida tarde verano, tres humanos que pescaban en una vieja barcaza lo convirtieron en pescado.

La historia no hubiera llegado hasta nuestros días si no fuera porque a los tres días Su-Shí resucitó. Los testigos del acontecimiento le escucharon decir sus primeras palabras: "Yo los perdono..."

El tiempo pasó y los siglos fueron generosos con Su-Shí. Vivía en una cómoda eternidad, recostado en el mensaje del perdón, con sus túnicas de profeta, predicando con nada entre las manos y redimiendo a los más necesitados de misericordia.

Su-Shí disfrutaba de la simpatía de la población. Sin embargo, no tardaron en aparecer los críticos de siempre. Las voces incrédulas, que ante su prédica contundente, lo acusaron de complicidad ante lo que llamaban "el genocidio diario de millones de hermanos peces".

Entonces Su-Shí, sin abandonar sus túnicas, convocó a los suyos y les transmitió: "Abrid vuestros corazones y fijaos. Mirad bien al fondo, pues el horror merece ser visto".

Ese es el verdadero mensaje con el que Su-Shí quiso homenajear a la raza humana. Sabedlo.

Alejandro Feijóo

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